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La vida está por Ana María Rivas-Ruiz

               


Late a nuestro alrededor, aunque la hayamos disfrazado de rutina, de un concedido don automático que sobreviene, sin más; sólo aguarda a que la atendamos.

En el entorno de los grandes edificios, que esconden la enfermedad y contienen las tristezas, el dolor, el miedo y la muerte, los mirlos han hecho su reino en los parques en esta primavera. Los polluelos ya abandonan sus nidos, corretean pendencieros con sus patitas vigorosas, apoderándose del fresco césped y sus armoniosos cantos alegres encuentran su eco.

Ni el sonido de las sirenas de las ambulancias, los cláxones de autobuses y coches o las estridencias de las motocicletas, ni siquiera el barullo de las voces de una ciudad, en horas punta, es capaz de perturbar los chillidos de las verdes cacatúas que se balancean en las ramas de los árboles. Los gorriones prosiguen su infatigable deambular entre los arbustos y una nube de palomas toma tierra en la cercanía de las fuentes circulares de piedra, cuya fresca agua se derrama hacia su cuadrada base tornándose de color turquesa. La misma fuente, cercana a mi facultad, a la que acudía en mi tiempo libre para soñar con el mañana de mi vida y escribir, siempre escribir. Hechizada en su rumor que me prometía fluir, solo fluir.

La vida está.

Brotando frágil y hermosa en su efímero tiempo. Transcurre mientras la gente en su premura es presa e incapaz de sentirla. Mientras en su latido chocan sin advertirse y se consumen persiguiendo sus propias quimeras; pero yo quiero levantar la cabeza, detenerme y mirar. Quiero ver de verdad todos los colores, sentir la brisa con el perfume vegetal y los corazones de todo ser vivo, el calor y el frío y escuchar la banda sonora de los ritmos que nos ofrece.

La vida está defendiéndose de las nocivas criaturas que la hieren y contaminan y que actúan contra ella.

La vida está.

Como un tesoro en tus iris azules, desde que me miraron por primera vez. En ese Amor incombustible que me regaló muchas formas de sentirlo y expresarlo.

La vida está, todavía, contra viento y marea, está.   





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