P.: Empecemos por el título de su novela. Además de figurar en el interior, como título de una actividad ideada por el protagonista, intuyo que encierra más de lo que aparenta. ¿Es así?
R.: Uno de los temas de esta novela, entre otros, acaso el más importante o esa era mi intención en un principio, es la identidad: me interesa mucho el modo en que nosotros mismos nos construimos y nos percibimos, el modo en que los demás nos ven y nos valoran, y la posible adecuación o resistencia a esa imagen personal que se va formando poco a poco a partir de versiones múltiples, a veces incluso contradictorias; una imagen que no siempre es completamente real, aunque tampoco del todo falsa.
P.: El arrepentimiento, transformado en la necesidad de hallar la verdad, el nexo entre las sospechas y lo real, lo tangible se me antoja que es uno de los hilos argumentales de esta novela. ¿Nos lo comenta?
R.: Intento ―con mayor o menor fortuna según los casos, eso sí― introducir en cada una de mis historias anécdotas o referencias o temas que todos podamos identificar de manera sencilla, casi automática, y no creo que haya nada más universal que el afán por saber (como si fuera el pecado original de lo que estamos hablando; de ahí, tal vez, el sentido del arrepentimiento del que usted tan acertadamente habla), la necesidad de conocer la verdad, que en ocasiones está oculta, aunque no lo parezca o no lo creamos: por eso hay que sospechar, indagar, plantear preguntas, porque la realidad no es lo que parece, ni tampoco lo que aparece sin más en un primer momento.
P.: Tres personajes de Retrato robot tienen como apelativos el Mafioso, el Músico y el Mecánico. Que los tres tengan en común la letra eme, no creo que sea casual; acaso tampoco que la mujer del protagonista se llame Miriam, también con eme.
R.: Por supuesto que no es casual: las casualidades no existen, y menos en los libros, o no en los míos. Elegí esa letra, la M, por mi segundo apellido, y procuré que los apelativos de estos tres personajes tan importantes en la novela se adecuaran a ella. Y fíjese también que la otra mujer protagonista responde al nombre de Mónica; de este modo, tenemos la letra M y las cinco vocales. Como he dicho antes, no debemos olvidar que la literatura es además juego. Un juego que concierne sobre todo al escritor, pero al que se invita a participar, siempre, al lector.
P.: Creo que las pérdidas, ya visibles ya invisibles, no solo son uno de las motivaciones del protagonista. También en la vida real nos empujan a hacer, a salir de nuestra zona de confort. No sé si está de acuerdo con esa cita de que el ser humano llega más lejos para evitar lo que teme que para conseguir lo que quiere.
R.: Yo diría que a medias: en ocasiones, la ambición sí supera con creces a la prevención; el deseo por conseguir puede ser más fuerte que el temor a perder. Aunque supongo que esta decisión depende mucho del carácter de cada persona. En cuanto a los personajes de la novela, sí es cierto que sus fracasos y sus pérdidas condicionan su actitud, les obligan a comportarse de una forma determinada, que siempre los arrastra fatalmente a otros fracasos y más pérdidas; una cadena infinita.
P.: Rescato un pasaje de su novela porque me parece muy significativo. “Los relatos no cuentan todo, solo insinúan la verdadera historia, que es subterránea. Las novelas camuflan y mienten, lo hacen siempre, capítulo a capítulo.” ¿Ocurre también así en Retrato robot?
R.: Especialmente en Retrato robot. Hay en esta novela mucho que ocultar, mucha historia subterránea que desenterrar, capítulo a capítulo, párrafo a párrafo, hasta llegar al desenlace final. Pero no quiero anticipar acontecimientos ni tampoco que se me malinterprete: no es mi intención en absoluto engañar deliberadamente al lector, sino hacerlo partícipe del misterio, crear un estrecho vínculo literario entre nosotros.
Fernando García Maroto es Licenciado en Ciencias Matemáticas por la Universidad Complutense de Madrid García Maroto ha publicado anteriormente las novelas: La geografía de los días (2010), La distancia entre dos puntos (2011; reedición por LcLibros, 2014), Los apartados (Editorial Eutelequia, 2012), esta última galardonada con el Premio Eutelequia de Novela, en 2011, Que se enteren las raíces (Triskel Ediciones, 2015) y La carga (Malbec Ediciones, 2019). También ha publicado cuatro libros de cuentos: La vida calcada (Editorial Paroxismo, 2013), Arquitectura del miedo (UnoYCero Ediciones, 2016; reedición LcLibros, 2020), La persistencia del frío (Maclein y Parker, 2017) y Aceleración de la realidad (Maclein y Parker, 2021). Ha colaborado con sus artículos para la revista cinematográfica digital Miradas de Cine. Asimismo, forma parte de la plataforma literaria digital Escritores Complutenses 2.0. Actualmente compagina la escritura con su trabajo como profesor de enseñanza secundaria.