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El síndrome Wanderlust. VV. AA

 


Por Ginés J. Vera 


Decía el bueno de G.K. Chesterton que: «El viajero ve lo que ve, el turista ve lo que ha venido a ver». Traigo esta cita del filósofo y escritor, incluyendo libros de viajes, a colación de un libro delicioso. Me refiero a El síndrome Wanderlust (Anaya Touring). Y si Chesterton  llegó a contar la historia de cierto hombre que salió de viaje y fue tan lejos, tan lejos, que llegó a su propia casa… en estos once relatos no todos sus protagonistas lo hacen. Los personajes de estas once historias se adentran en lo profundo de la aventura de trasladarse de un sitio a otro; para descubrir o para descubrirse. Los hay ansiosos, como Joäo en el relato El viaje de Joäo, de Carlos Jiménez Arribas. Pero también desconcertados, como el protagonista de Islandia, de Sergi Bellver. Distintos medios de desplazamiento y distintos sentimientos recorren las páginas de esta antología firmada por algunos de los autores más reconocidos del panorama de la narrativa española actual. Junto a Jiménez Arribas o Sergi Bellver, nos invitan a viajar literariamente Care Santos, Luisa Castro, Roxana Popelka, Emilia Piñeiro o Marta Sanz. Como también lo hacen con sus relatos Eloy Tizón, David Roas y José Ovejero. Once relatos, algunos inéditos y otros con una maleta bajo el brazo; con Sevérine y el conejo blanco, de M. Sanz, por ejemplo, su autora quedó finalista del premio convocado por la Fundación de Ferrocarriles Españoles. Hay historias breves, emotivas, otras más profundas, de largo recorrido y extensión. Ellas y ellos también han dejado al pie del andén de llegada un pensamiento o reflexión sobre lo que significa viajar. La portada y el resto de las ilustraciones interiores a color las firma Miguel Vallés Salvador. Es este un libro de miradas, de viajes, de perspectivas y de aprendizaje. Porque si Gustave Flaubert dijo aquello de que «viajar te hace modesto. Te hace ver el pequeño lugar que ocupas en el mundo», no lejos quedaba Cervantes al asegurar que las luengas peregrinaciones hacen al hombre discreto. Su ingenioso hidalgo no se quedó en La Mancha, no. Viajó, como también la Bobary de Flaubert o las y los protagonistas de estos relatos de El síndrome Wanderlust. Nos toca a nosotros como lectoras y lectores abrir las páginas del libro e ir recorriendo la senda machadiana para volver a pisarla… O no. La vida es puro viaje. Feliz verano.

 

 

El síndrome Wanderlust. VV. AA. Anaya Touring.

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