Por Amaro La Rosa Pinedo
(Periodista y Psicólogo especializado en Comunicación)
El tacto es el sentido menos estudiado, pero no es el menos importante. Se experimenta en toda la superficie de la piel, con diferentes niveles de sensibilidad. Existen culturas donde admite mayor o menor contacto físico. Tanto más existen zonas de contacto físico aceptables en público y en privado… las cosas son muy distintas. Formas de contacto normales en una cultura pueden percibirse de modo diferente y hasta ser inaceptables en otra. Acariciar la frente de un niño puede interpretarse como una muestra de ternura en occidente pero ser calificada como insulto o desprecio en algunas culturas orientales.
Está comprobada la necesidad del contacto físico para el bienestar de los seres humanos. A comienzos del siglo pasado en un hospital inglés los médicos estaban muy preocupados pues notaban el fallecimiento inexplicable de recién nacidos a pesar de que eran bien alimentados y protegidos. Investigando, descubrieron que una carencia era la falta de contacto físico, pues sus cuidadoras tenían un trabajo tan recargado que no tenían tiempo de tomar en brazos a todos.
El beso es parte del happy end de cualquier novela romántica o de las telenovelas. Ni qué decir de la música. Al respecto, aún resuenan en mis oídos las melodías de El beso interpretado por Los Churumbeles de España que escuchaba cuando era muy pequeño. El beso es parte de la demostración del amor de los padres, del amor filial y el de pareja. Aunque parezca mentira en los besos participan más de 10 mil terminaciones nerviosas. En ciertas culturas se reserva para momentos de vida privada mientras que en otras se manifiesta abiertamente en público.
La importancia del contacto
En Lima, hacia
mediados de la década de los 70, variaron las costumbres en el contacto físico
de modo tal que se empezó a saludar a las personas de sexo opuesto con un beso
en la mejilla. Pablo de Madalengoita, reconocido animador de televisión de los
años 60, había emigrado hacia Nueva York desde donde trasmitía un programa
radial para una emisora limeña Al regresar en los años 80 notó este cambio en
el saludo. En su comentario editorial publicado en un diario revelaba la
incomodidad que sentía cuando sus amigos, e incluso una persona a quien apenas
conocía, saludaban con un ósculo a su esposa.
En este año de pandemia, los duelos se han vivido al interior de las casas. Amén de no poder ver a sus enfermos y no poder brindarles afecto hasta el último de sus días por motivos de bioseguridad, quienes perdieron a sus seres queridos, debieron afrontar el duelo en privado. En momentos en que perdemos a un ser amado, el dolor es intenso, aunque eventualmente no se exprese en toda su magnitud por múltiples razones. Y es en estos instantes tan duros que el estrecho abrazo de un amigo cercano o de un familiar afectuoso nos reconforta, aliviando la pena. En ese abrazo cargado de simbolismo, aprecio y solidaridad que los seres humanos hemos aprendido a interpretar se expresa muchas veces lo que no se sabe cómo decirse con palabras.
Pero no es solo eso. Los familiares más cercanos, a pesar de vivir en la misma ciudad, pueden estar físicamente alejados para evitar posibles contagios; lo que es mucho más recomendado cuando se encuentran en edad avanzada o tienen situaciones de vulnerabilidad por su salud. Ciertamente podrá decirse que la tecnología actual nos puede mantener siempre en contacto. Pero nada reemplaza al abrazo de los hermanos, Y para quienes estamos convencidos de la vital importancia de la amistad, el apretón de manos o el abrazo de los amigos queridos, realmente nos hacen falta.
saludos profe Amaro, que sigan los exitos para usted
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