Así, ese amor en más de una de sus representaciones y acepciones, se halla en muchos de los títulos de estos diecisiete relatos. Pero si algo destacaría de Shearman en estas “canciones” es la prosa, la maquinaria narrativa para sumergirnos desde las primeras líneas en el conflicto de cada pieza. La manera sutil al disponer los personajes frente a sus miedos, sus anhelos o sus encrucijadas. Capítulo aparte y no cuestión menor, son los finales.
Si Cortázar habló de la esfericidad en las distancias cortas literarias seguro que en Canciones de amor para tímidos y cínicos, las y los amantes del género paladearán esa cualidad. No hay más que asomarse por dar dos ejemplos, sin faltar al resto, como son Luxemburgo o El bigote de George Clooney.
Pero si hay un guiño que no quiero ni debo dejar pasar es el que encontraremos en Una última canción de amor. La música recorre ese relato, le da cuerpo y el amor lo alimenta. ¿El guiño? No lo revelaré, aunque quiero dar las gracias a Cristian Arenós, editor de La máquina que hace Ping, por esta edición en castellano y lo que no revelaré aquí.
Apto para todos los lectores exigentes con la narrativa breve, estas diecisiete historias son canciones para no tan tímidos, no tan románticos y no tan cínicos. Aunque no siempre hay que fiarse de las palabras de un escritor, claro.
Robert Shearman (Horsham - Sussex, 1970) ha escrito seis antologías de relatos cortos. Ha ganado los premios World fantasy award, Shirley Jackson award, Edge Hill Readers Prize y tres British fantasy awards. Comenzó su carrera en el teatro. Fue dramaturgo residente en el teatro Northcott de Exeter y escritor habitual de Alan Ayckbourn en el teatro Stephen Joseph, de Scarborough; sus obras han ganado el Sunday Times Playwriting Award, el World Drama Trust Award, y el Guinness Award for Ingenuity en asociación con el Royal National Theatre. Escritor habitual de la BBC Radio, su serie interactiva The Chain Gang ha ganado dos premios Sony. Pero es, probablemente, más conocido por su trabajo en Doctor Who.
Canciones de amor para tímidos y cínicos. Robert Shearman. La máquina que hace Ping.
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