Esta lluvia que es
un llanto sin sollozo
ni sal, un manantial
de expuesta transparencia,
esta lluvia que lava
la ajada piel del mundo
y hace bailar las flores
con risa y zarandeo,
esta lluvia que a veces
noviembre nos regala
y que tan bien se ajusta
a mi tristeza, esta
es la lluvia que quiero
La lluvia de la infancia,
cuando en los días grises
en la casa se oía
las gotas repicar
sobre las verdes tejas
y al chopo alborozado
cantar agradecido
-su copa, abierta al cielo-
por el celeste don.
La lluvia adolescente
de besos y carreras
cogidos de la mano,
cargados con los libros,
cruzando el bulevar,
mojadas las sonrisas…
Siempre, lluvia, acompañas,
aunque a veces con miedo
de tu caer durable.
Pero hoy, en la tierra,
tu beso enciende el rostro
de los campos, bendice
las voces de la tarde,
consagra surco y fruto.
Tu parda claridad
se nos ofrece, y eres
tú la lluvia que quiero.
Que llueva en los caminos,
que llueva sobre el mundo.
Sobre siembras y eriales,
sobre vivos y muertos
en mi recuerdo llueve.
Sobre la sombra incierta
de un día ya gastado
miro
caer
la lluvia.
Un poema que enciende nostalgias. Enhorabuena.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario. Saludos.
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